El tuteo, pavorosamente extendido, es una de las manifestaciones más visibles de esta crisis. Al terminar una de mis últimas clases, se me acercó una alumna de fino aspecto; no quiso ofenderme con su pregunta: “¿Has publicado algo sobre esto que nos has dicho?”. Ya era incapaz de entender la diferencia entre nuestros respectivos papeles sociales. [...] Me contaba una dama amiga su estupor cuando, en una clínica de lujo, al disponerse el enfermero a afeitar el pubis a su esposo, preparándolo para una operación, le decía jovial y estimulante: “Hala, que te voy a dejar pelado como un niño”. Su esposo es uno de los más respetables varones de nuestro país; pero no merecía el usted del respeto más que el más pobrecillo paciente, en trance de tanta humillación.
Si en lugares tan serios se tutea a mansalva, cuánto más en el imperio de la trivialidad. Allá van entrevistadores y entrevistadoras de los audiovisuales expeliendo tús como flatos de campechanía, lanzados a diálogo con desconocidos visibles o invisibles, pero fugazmente entrañables, que les corresponden de igual modo, felices por llamar Isabel o Luis a tan famosos durante un minuto. Y si Isabel o Luis entablan coloquio con un importante, pongamos un Nobel; ¡cuánto de su prestigio les alcanzará si lo tratan con ese tú gorrón de famas!
Tal allanamiento empezó entre comunistas y fascistas. La distinción en el trato basada en la distinción entre personas era injuriosa, liberal y elitista. Los camaradas quedaban igualados mediante esa ficción verbal; por supuesto, solo mediante ella, pero satisfacían el resentimiento contra lo superior que nutre tales ideologías. Poco a poco, el igualitarismo de trato ha empapado la sociedad entera, ya sin significado político, pero sí psicosocial. No entra en mis competencias analizarlo, aunque percibo que desempeña diversas funciones. Una muy visible es la de forzar connivencias beneficiosas. El profesor, por ejemplo, que acepta o fomenta el tuteo de sus alumnos puede sentir protegida su posible incompetencia por la camaradería en el aula. El tuteo indiscriminado: anulación de diferencias naturales, trivialización de las relaciones humanas, falso desmantelamiento de la intimidad, destrucción de señales imprescindibles para un funcionamiento social civilizado.
Don Fernando Lázaro Carreter. El Dardo en la Palabra 1990.
¿Y ustedes qué opinan?
5 comentarios:
Yo sigo usando el usted, a mí me gusta mucho. Pero ahora se le da un significado ideológico, como a casi todo.
Yo estoy de acuerdo con la queja de Don Fernando. Para mí lo natural es usar el "usted", y sólo cuando hay confianza se pasa al "tú". A veces he ofendido a la gente por esto, lo siento: entro en una tienda, me tratan de "tú", yo respondo -sin darme cuenta- de "usted", el otro siente que le quiero humillar. Pero lo hago sin querer.
No puedo criticar a la niña del Metro: a veces yo hago lo mismo.
Nosotras, a mamy, siempre de Vd. y doña Elvira a mi ¡por supuesto!!
Gracias, a los dos, por visitarnos.
Yo tuve un profesor de arte que decía que el tuteo era solo para aquellos con los que has compartido un ágape.
Es verdad que me cuesta hablar de usted a personas veinte años màs jovenes que yo.
A nosotras nos gusta, porque nos divertimos con la cara que ponen, los que son 20 años más jóvenes, digo.
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