miércoles, 2 de mayo de 2012

Héroes del 2 de Mayo

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«Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón:
Sobre tu invicto pendón
veo flotantes crespones,
y oigo alzarse a otras regiones,
en estrofas funerarias,
de la Iglesia, las plegarias,
y del arte, las canciones.
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»Lloras porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron.
¡A ti, quien siempre temieron,
porque tu gloria admiraron;
A ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
A ti, soberbia matrona,
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!
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»Do quiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía;
desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡No hay un puñado de tierra
sin una tumba española!»
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Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.
Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
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En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.
Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
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¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.
Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.
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«¡Guerra! Clamó en el altar
el sacerdote, con ira;
¡Guerra! Repitió la lira
con indómito cantar;
¡Guerra! Gritó, al despertar,
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: «¡Venganza y guerra!»
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»La Virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
El niño bebe en el pecho
odio eterno al invasor;
La madre mata su amor,
y cuando salmada está,
grita al hijo que se va:
»¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere...
tu madre te vengará!»
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Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pié de libres pendones
el grito de patria zumba,
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra;
¡Y al suelo le falta tierra
Para cubrir tanta tumba!»
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Bernardo López García
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Defensa del Cuartel de Monteleón; Joaquín Sorolla.
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